Un vistazo...

Las historias de horror se parecen mucho a las románticas o de amores en varios aspectos; en el sentido de que ambas pueden tornarse en terrorificas. Pon un vaso de agua a tu lado y apaga las luces. Y lee!!...lee!!...
A continuacion te narraré las historias mas deformes y espeluznantes, una que otra nostalgica y sublime, en fin, quiero que experimentes las mas diversas emociones.
Dejen comentarios.

lunes, 8 de marzo de 2010

La letra

Aquella noche los acordes de guitarra surcaron los vientos en círculos de alegría acústica; él cantaba y tocaba inspiradísimo rasgando la vieja guitarra sacándole las notas más ambiguas del mundo. Susurros melancólicos y coros de alegría.

A ella, Liz, su musa, la miraba como a una ilusión del tiempo, como a un ángel de sonrisas impávidas, la amaba con la respiración y el andar, con un grito desaforado al viento y un rasgueo de guitarra por la noche y es que todos sus actos eran pensando en sus retinas infinitas y en su sonrisa llena de vida, en sus besos febriles del tiempo y en sus miradas que hablaban mucho de su belleza espiritual.

Aquella noche sus melodías en fulgor fueron horas y horas de amor con sonidos de guitarra en las que perdieron la noción del tiempo, el cielo estuvo lleno de estrellas que se acercaban al mundo y de una triste luna que permaneció sobre sus cabezas.

Juguetearon con algunas estrofas de canciones bobas, buscaron constelaciones y formas con los dedos apuntando al cielo, jugaron al beso mas largo, a las escondidillas y a las carreras a pique para recordar viejas épocas, se declararon amor por milésima ves con sollozos de ella y palpitaciones apresuradas de él. Rieron de viejos recuerdos como de la tarde en que terminaron al pensar que se les había acabado el amor. De la golpiza que él recibió de manos del ex de ella en plena noche de San Valentín pues el tipo era un roble mientras que él era un tipo muy fragilito. De la mañana en que ella cayó sentada delante de la ex de él y que justo iba en compañía de varias amigas que rieron hasta morir, ¿recuerdas? De la primavera en que él le regalo un perrito marroncito con una tarjetita que más bien parecía un testamento extensísimo. De la noche en que ella le regalo un jarrón de cerámica deformísimo, pero con amor, que hizo con sus propias manos y que tenía una tarjetita que más bien parecía un contrato dual en prosa, ¿recuerdas?

Todo termino con un canto de ambos, a dúo, un canto al cielo y al dios del crepúsculo, un canto a las estrellas y al mundo; en resumidas cuentas aquello fue un agradecimiento a la vida por haberlos unido hace un tiempito atrás.


A la mañana siguiente él cantó sin poder evitar algunas lagrimas desafinadas que empañaban su visión, el ruido estridente de aquel inmenso motor no le quito jamás las ganas de seguir cantando y tocando mientras la veía a ella llorar a través de las ventanas de aquel avión de fantasía, aunque ella no lo oía si podía leer sus labios y aquello era una triste canción con estrofas de esperanza...

Solo hubo un tiempo para hacer adiós con las manos y una promesa de amor eterno antes de que la inmensa ave de hierro alzara vuelo. Lo que siguió después fue pura lágrima furtiva y el anhelo de que el tiempo borre tristezas punzantes con melodía de guitarra.

martes, 4 de agosto de 2009

El ANGEL BAJO LA LUNA

Jorge se levanto por la noche luego de un mal sueño, entonces la vio. Estaba sentada en la penumbra de la habitación simplemente meditando, su rostro estaba hundido entre sus brazos y sus pies envueltos en una bruma resplandeciente. Su cabello y el plumaje de sus alas eran de un blanco delirante; en toda la habitación se respiraba un sutil y adormecedor perfume extraterreno. Jorge sintió que la vista y el olfato se le habían fusionado produciéndole sensaciones distintas a las humanas.
Ella se veía hermosa en medio de tanta oscuridad, a pesar de la imposibilidad de ver su rostro, su sola piel sentíase lozana y vital al atisbo, su dulce y hechizante aroma pertenecía a una especie de flora desconocida por el hombre. En ese momento él vio que la luna se unía a la sinfonía de amores, entrando por la ventana, estaba inmensa y distinta a la de todas las noches, parecía llorar alguna vieja letanía.

Ella se levanto lentamente irguiéndose como la mejor de las bailarinas, sus movimientos eran pausados y elásticos, su figura era esbelta y sus manos de una delicadez asombrosa; sus alas se agitaron con suavidad. Con el rostro cubierto aun por la penumbra se acercó a él y estando a solo centímetros de su cara hizo un contacto escalofriante de miradas, había un aro dorado lleno de intensidad en sus pupilas cuyo fondo era como el más oscuro de los abismos, sonrió con deleite para luego desvanecerse.
Él Jamás olvidaría su rostro, que alcanzó a ver antes que desapareciera, indudablemente no era de este mundo, su hermosura no se puede describir con palabras, mucho menos con dibujos o lo que sea, ni siquiera con el recuerdo, solamente con una abstracción total del mundo, con un estado parecido al de la vida dentro del cuerpo, con algo muy parecido a la muerte.


viernes, 19 de junio de 2009

NUNCA TE OLVIDES DE MI

Se conocieron muchísimo tiempo atrás, desde épocas memorables de escuela cuando ella llego como alumna trasladada luego de ser expulsada sin apelaciones de un colegio laico. Él por su parte era un distraído y tímido mozalbete que se pasaba el mayor tiempo embobado en sus libros de literatura y en sus escritos ignotos para el mundo. Ella llegó a la escuela con un fuerza catastrófica, por puro milagro no la volvieron a expulsar. Él por su parte estaba mas que impresionado de su belleza, tanto que irremediable e inconscientemente todo lo que escribía tenia que ver con ella, con su alegre y desfachatado estilo de vida y embobado de sus ojos que se le habían vuelto un sueño constante. Fue una tarde donde ambos castigados charlaron sobre sus melancolías en tiempos de navidad, castigado el por ingenuo y ella por fumar durante el receso, aquel fue el nacimiento de una gran amistad, de un inmenso cariño, salían juntos a sus casas después de cada clase, se citaban para ir al cine y al teatro y para conversar en la arena ante el mar de cada estación en las noches y en las mañanas a veces en las madrugadas bajo la lluvia del invierno y la brisa sonora que surcaba los mares en la penumbra lunar.
Fue en el mes de febrero del siguiente año donde él le confeso con mucha tristeza que se iba con sus hermanos para España a terminar la secundaria y que luego le esperaba la universidad de Salamanca gracias a las diligencias de un gran amigo de papá con quien culmino allá el doctorado en derecho, por pura coincidencia el mar estuvo mas embravecido que nunca y las estrellas y la luna pasaron a ser elementos de la nostalgia, aquella despedida fue un inmenso y prolongadísimo abrazo de amigos en el que sintieron ahogarse en sus cuerpos y miradas febriles, ese día hubo una fuerte tormenta que ellos ni sintieron, volaba arena en el cielo y el agua les golpeaba las rodillas pero ellos ni se inmutaron, fue comprobar que la naturaleza sentía como ellos.

Tuvieron que pasar diez años para que volvieran a verse, a pesar de ello siempre hubo una ejemplar comunicación, casi hasta diaria, las constantes cartas de cariño y que te vaya bien y los no te olvides nunca de mi fueron variando con el paso de los años, en sus llamadas telefónicas fueron notando el cambio natural de sus voces, la madurez intelectual y espiritual de ambos y mediante las fotografías notaron el paso de los años atroces que los habían apartado de sus adolescencias de mar y de aquellas sonrisas cándidas de niños felices y del desarrollo inapelable de sus cuerpos que a él lo hacían un hombre vigoroso y espigado y a ella una mujer con cada una de sus fibras bien constituidas y con la sensualidad evidente que le otorgo la vida. Aquella amistad se convirtió en un gran amor a la distancia y en los días de vigilia resultaba hiriente la idea de no verse nunca.
Sus bellos ojos verdes apuntaban al mar absortos, estaba envuelta en la bruma de la noche, caminaba descalza por el borde oceánico vestida de flores y con el diario de su vida en la mano, tremulaba por efecto de una emoción recóndita, esa noche se encontrarían después de diez largos años, él en cuanto termino la carrera abordo apresurado el primer vuelo de retorno porque no le importaba su padre ni el que dirán, ni las gentes y los amigos desairados que iba a dejar.Esa noche fueron amantes por primera ves, disfrutaron de la noche y de la luna y de las estrellas, hablaron de sus vidas pasadas y de lo poco que no sabían de ambos, jugaron a correr por el borde oceánico y a buscar piedras de colores en la penumbra, también rieron y rieron en medio de sus besos febriles de invierno, evocaron todo desde los tiempos de escuela y lanzaron piedras multicolores al mar embravecido, se sumergieron en el agua tomados de la mano, zambulléndose y lanzándose a manera de trampolines humanos en las aguas de locura, eran indiferentes a la bravura del mar.
Al cabo de un disparo en el tiempo él no oyó más su risa, no sintió mas sus besos bajo el agua y no pudo ver mas sus bellas retinas infinitas y verdes de la noche, la busco por todos lados, se salvo de la muerte por retar a las olas y bucear en el fondo gritando bajo el agua, gritaba su nombre en el delirio, nado por todo el mar en círculos de desesperada búsqueda, la busco en la orilla, la busco en las estrellas y la busco en el cielo azul marino pero nunca la encontró porque el mar se la devoro.

Ese mismo día compro un boleto de regreso a España y se llevo el diario que ella le dejo en la arena para leerlo y releerlo y para llorar hasta mas no poder en su auto destierro del mundo sin cartas ni fotografías que recibir de ella por siempre.

lunes, 15 de junio de 2009

TUS FOTOGRAFIAS

A mediados de octubre ocurrió un hecho sin precedentes. Nuestras oficinas de prensa recibieron la información de que en una revuelta popular un profesor de escuela y una niña fueron asesinados por la muchedumbre en un pueblito del que nos habían comentado era: “desconcertadoramente extraño” a menos esa fue la información de primera mano que obtuvimos. No pasaron ni cinco segundos desde que leí informe cuando oí la vos estentórea del director de prensa articulando mi nombre. Fui enviado de inmediato junto a, Claudia Vera, una de las mejores reporteras de todo el país, entusiasta e inteligente, bellísima y seria, así podría describirla, por aquel entonces era la flamante y mas importante contratación, en el medio, de nuestro pequeño y emergente matutino; yo seria su guía según ordenes expresas del director. Pensé: “con esto me gano el premio al reportaje del año”

La niebla espesa no permitía ver más allá de diez metros, en aquel pueblito. Los pobladores eran taciturnos y sombríos. Había una biblioteca abandonada con gárgolas en piedra negra, donde pude constatar con el zoom de la lente de mi cámara que vivían familias enteras de murciélagos. Todo era antiquísimo y polvoriento. La gente del campo vivía en cabañas alejadas ocultas en la bruma espesa de la noche. Muchas veces sentí estremecer ante algunas miradas, mi colega Claudia sintió lo mismo. Ella resulto ser risueña y carismática, solíamos conversar todo el día sobre nuestras vidas, me gusto su sonrisa y la forma en que me miraba, empecé a sentir algo por ella pues resulto ser diferente a como me la habían descrito los celosos reporteros gráficos antes de su llegada, era la sencillez personificada a pesar del reconocimiento y prestigio que había obtenido, era joven y preciosa como ya lo eh dicho y yo era (y sigo siendo) tímido y torpe. Cierta noche los hilos invisibles que nos juntaban nos zurcieron de súbito, hicimos el amor hasta el hartazgo, a cada instante, en cada momento a solas, sentíamos que nos quedaría corta la vida para seguir haciéndolo, su inteligente mirada me daba una señal y yo acariciaba su suave cabellera de ensueño, eran enigmáticos y alocados nuestros encuentros de amor. Me jure que la protegería hasta la muerte pues la gente era injusta con ella.

Tome muchísimas fotografías del lugar de los hechos; en algunas esquinas de la plaza quedaban manchas de sangre, talvez de algún revoltoso sangrante o algún civil golpeado por la autoridad, aunque esta no parecía existir, nada parecía existir. Fotografié casi todo el pueblo, me parecía impactante la cruz en la torre de la catedral donde la niebla parecía dispersarse con temor, las casas antiquísimas que parecían estar desabitadas, oscuras por dentro, reflejaban extrañamente vida y eran pocas las luces que se encendían por la noche. De ves en cuando me espantaba ante una repentina mirada iluminada como brasa en la penumbra. Lo atisbaba todo sintiendo una sensación de extrañeza y de desencanto que me acompaño en pesadillas, en ellas los pobladores nos agredían en tropel y tras ellos estaban el profesor y la niña levitando en el aire cual si fuesen almas en pena.

En casa del profesor y en casa de la niña divise el símbolo que suele usarse en rituales sangrientos, ambas casas estaban abandonadas. Y nadie hablaba, todos parecían ser mudos.


…Ese 20 de octubre el revelado de las fotografías mostraron a la niña y el profesor fallecidos en circunstancias no aclaradas, dichas imágenes fueron tomadas póstumamente con mi cámara, apareciendo, incomprensiblemente, ambas personas en todo el tiraje…. En una de ellas aparece la niña frente a las casas de la plaza… Ella esta… esta bañada en sangre, probablemente los golpes en la revuelta… aunque tiene cortes… quiero decir…cortes de rito…en otra jugando en el trampolín del parque… asechando a los sombríos niños del pueblo y en otra a escasos centímetros de mi lente tratando de… sujetarme… si…en otra tomando a Claudia de la mano, Claudia esta distraída mirando la torre de la catedral… la inmensa cruz de bronce… su mirada siniestra y sonrisa macabra me hacen suponer que algo planeaba hacerle. De las fotos del profesor me cuesta trabajo hablar pues su solo recuerdo hace que quiera escaparse el alma de mi cuerpo.... Estaba desnudo y ensopado de sangre, llevaba una estrella ritual inmensa en el pecho sangrante. Me miraba fijamente…sus ojos eran dos brasas ardientes y furiosas…


…Los enfermeros me traen mas sedantes, yo, estoy tranquilo, pero reacciono mal ante la falta de consideración pues no piden consentimiento para inyectármelos, solo actúan como bestias que no entienden mis negativas. Arrojo la camilla y la charola con el almuerzo, golpeo a uno, le muerdo el brazo a otro e intento estrangular a un tercer enfermero, siento placer al imaginar verlo morir a mi merced, destrozarle el cuello, pero luego me vuelven a sujetar y me aprisionan con una asquerosa camisa de fuerza como si, yo, estuviese loco, no lo comprendo, los quiero asesinar a golpes pero la camisa me lo impide, pienso en Claudia y siento una preocupación y furia irresistible, me zafo de la camisa, corro hacia los barrotes, trepo en ellos, me vuelven a sujetar, me tumban y me quieren tapar la boca con una mordaza, grito y grito, algo en mi esta que emerge, aúllo con todo mi ser: “¡tengo que buscarla, esta viva, esta viva, la están torturando como lo hacen conmigo, se donde esta; vean las fotos son monstruos, son monstruos!”

Claudia desapareció en la noche, en una de nuestras valientes y “románticas” caminatas a rededor del río. Abajo, las lúgubres cabañas de los campesinos. Desde lo alto sentimos la furia de sus miradas a través de la niebla espesa. De pronto Claudia gritó tan estentoreamente que sentí las ondas recorrer todo mi ser, voltee y ya no estaba a mi lado, la linterna se me cayo al río y se apagó, y yo caí presa de un sudor frío como la muerte y me dormí viendo colores y sintiendo martillazos en mi cabeza... ante lo que vi. Se que debo regresar a buscarla a ese pueblo maldito, siento que la torturan. Oigo sus gritos implorando mi nombre, la oigo gritar en la penumbra. Estoy seguro que ellos la martirizan.

Y yo aquí encerrado.




martes, 9 de junio de 2009

NOCHE DE LUNA LLENA

La tarde del 1 de enero de 1822 el ruido de un carruaje a toda prisa alboroto las silenciosas calles del pueblo en búsqueda del doctor de la plaza, los caballos encabritados relinchaban sin compasión de la gente oyéndoseles en todo el pueblo como un miedo generalizado del mas allá. Estaban heridos y el cochero sangraba profusamente de una pierna amarrada fuertemente para detener la hemorragia, el pañuelo estaba ensopado de rojo. Todos los pobladores salieron de sus casas intrigados por el bullicio, algunos hombres prestaron su ayuda, necesaria para los recién llegados. Dentro del coche se divisaba un bulto como si fuese una persona, y efectivamente lo era, fue introducido inmediatamente al consultorio envuelto en una manta embadurnada de la sangre más oscura junto al chofer herido, estaba inconciente. Algunos pobladores llevaron agua y limpiaron las heridas de los caballos y las mujeres supersticiosas les dieron yerbas de culto para el susto.Toda mirada se posó en el cerrado consultorio del doctor. Había avidez de información, querían saber que ocurría. A los veinte minutos se oyó un grito espantoso que estremeció a medio mundo, provino del consultorio. Parecía estarse librando una batalla allí dentro, o quizá solo era el quejido de los heridos al ser sometidos por el doctor a las curaciones de rutina con alcohol y desinfectantes y agujas para suturar.Una misteriosa silueta recién llegada se posó frente a la multitud. Era la mujer a quien los niños y adultos llamaban “la loca viajera”. Dijo saberlo todo y al instante recobró la más absoluta atención de los hombres y mujeres como en sus mejores años, cuando fue reina de belleza a sus 17 primaveras. Sucesos que nadie conocía. Le pasaron por alto su condición de chiflada para conocer los detalles que tanto querían. Estaba envuelta en harapos, llevaba un vestido de flores primaverales y un costal lleno de quien sabe que, su cabellera largísima y negra impedía ver su rostro plomizo por la mugre, sus pies descalzos tenían dos suelas naturales de barro debido a su ir y venir de pueblo en pueblo, sus ojos brillaban como dos brasas ardientes en la noche y su voz aguda se oía estridente y misteriosa. Quedaron incrédulos con lo que dijo:
- Es graaande, como un perro cruzado, es un perro, si, un perro, que digo perro, no, no es perro…es un mono trompudo, si, era un mono, que digo mono, era mas feo… Se los comió- dijo arrodillándose y haciendo un gesto de reclamo al cielo - No dejó siquiera que los entierre como diosito manda, se los comió enteritos, a mis hijos, no me dejó ni un huesito pa guardar ¡Malvado! – sollozó y luego agregó furiosamente:– ¡Le a mordido al hombre de la manta y al cochero y rasguñado a los caballos con sus garritas! que digo garritas, ¡serán garrotas! ¡¡garrototas!!
En aquel momento quisieron reírse de ella, quisieron insultarla y largarla del pueblo para siempre, cuando se disponían a callarla, habló con una resolución, y una llama furiosa en los ojos tal, que los obligó a retroceder.
-Vean la luna. Sus hijos despertaran en cualquier instante y nadie quedara con vida, he visto a los heridos transformarse pues el estigma queda en la sangre. Sus aullidos se oirán hasta el amanecer y los gritos despavoridos de ustedes se extinguirán bajo la luna llena majestuosa. ¿Qué no la ven? Empieza a brillar ahora mismo sobre sus cabezas. Ya lo he visto todo.
-¡De que hablas vieja loca! – grito alguien, encolerizado -¡Del licántropo! de quien mas ¡Ahora son tres! ¡Debieron matar a los recién llegados!
Las nubes negras se abrieron de par en par dejando imponente la luna hinchada e inmensa y no tardaron en oírse los aullidos por todo el pueblo. Empezando por el consultorio de donde aparecieron dos hombres lobo hambrientos y enormes.

lunes, 1 de junio de 2009

EL LIBRO QUE NUNCA DEBIO LEERSE

Llegó con una de las más amplias y bellas sonrisas jamás antes vistas, era el tipo más simpático y galante llegado de otras tierras. Todo ocurrió rápido, inmediatamente las muchachas mas jóvenes quedaron prendidas de su encanto y natural elegancia al vestir. Su piel pálida, sus grandes y verdes ojos de príncipe, su cabello castaño claro siempre alborotado por el viento y su esbelta musculatura eran el suceso continuo y de moda para todos, sobre todo para ellas. Tenía en apariencia unos 26 años aunque la madurez de sus palabras, sus frases existenciales y el genuino encanto de hombre magnánime le hacían calcular unos cuantos años más a sus crecientes admiradoras. Llego con un elegante traje oscuro que caía a la perfección junto al par de zapatos brillantes y negros, la corbata era de un detalle asombroso como un espejo de seda azulado que daba realce a su hermosa y pálida piel de mozalbete y su sonrisa encantadora impedía prestarle atención a otros detalles como el inmenso y viejo libro que llevaba, en apariencia, el sirviente que lo acompañaba: un hombre muy alto y encorvado de rostro extremadamente pálido y adusto y cabeza despoblada, su mirada agresiva vigilaba con suma exageración el libro que llevaba en sus propios brazos. Se instaló en una de las casas de balcones virreinales mas codiciadas por los ricos del pueblo, ubicada frente a la plaza de armas. El hombre calvo del libro desapareció a los pocos días y el muchacho se dedicó a organizar las fiestas más majestuosas que cupieran en la imaginación de los habitantes.El inmenso salón de la sala se llenaba cada fin de semana de invitados jubilosos llegados de otras partes así como de la gente de mejor estatus socioeconómico del pueblo, invitados semana a semana por los empleados del muchacho cuyo número parecía interminable y su dedicación a la entrega de invitaciones infatigable. Eran jóvenes hermosos llegados de todas partes del mundo. Las fiestas se convirtieron en alegorías al derroche y a la lujuria, inevitablemente toda persona llegada al inmenso salón sucumbía ante el llamado de una libido incontenible, los chicos y chicas de facciones juveniles y hermosas mezclaban sus cuerpos con la multitud embelesada de tanta hermosura escandalosa, risueña y musical. Al poco tiempo el salón se convirtió en una especie de estancia anhelada, hombres y mujeres acudían a las fiestas en búsqueda de la joven compañía que se les había convertido en una obsesión. El muchacho se convirtió en una especie de ídolo para los hombres y mujeres del pueblo pues gracias a él tenían aquellas noches tan candentes e inolvidables, se hizo tal su popularidad que por unanimidad deseaban se convirtiese en el próximo gobernador del pueblo, a pesar de su ciudadanía ignota. Las elecciones estaban cerca. A su paso elegante y risueño por el pueblo recibía tal pleitesía que quienes lo veían por primera vez creían se trataba de un rey y sucumbían también al aura hipnotizante que lo rodeaba, en cierta forma pertenecía a una desconocida realeza. Gustaba salir de caza en compañía de sus también hermosos jóvenes y llegaba por las noches en medio de la espesa neblina nocturna con un sigilo tal que si estuviese flotando en el aire. Sus mujeres enamoradas afirmaban que sus ojos cambiaban de color camaleónicamente y algunas aseguraban que la única vez que se enfureció, debido a la torpeza de sus sirvientes, sus pupilas adquirieron un color más potente que el del vino tinto mas carmesi, aterrorizándolas.Muchas cosas ocurrieron durante esos meses, como la desaparición de decenas de personas, hechos que la revolución de la lujuria ayudo a bien disimular pues hombres y mujeres del pueblo se iban a la cama con las criaturas más hermosas que pudieran existir mientras el número de desapariciones era cada vez mayor, la lista incluía al gobernador y a todos los miembros de la policía, no se les volvería a ver nunca mas.El pueblo sucumbió en una sombra sigilosa de horror desde el principio, desde la llegada del joven príncipe, que no se hizo notar hasta el día en que todos desaparecieron. Él también desapareció al cabo de un tiempo en compañía de sus bellos sirvientes. Mucho tiempo después el periodista del diario “El Nuevo Tiempo” Salomón Aguirre, desentraño estos hechos. Fue el primer visitante en años al pueblo ruinosos y abandonado y fueron un grupo de campesinos sobrevivientes quienes le entregaron el grueso y enorme libro polvoriento escrito en irreconocibles letras ocultas y góticas que gracias a un investigador criptógrafo pudo descifrarse.Aquello no era más que el primer registro documentado del contacto entre humanos y seres de otro mundo, aquel inmenso y polvoriento tomo contenía un enumerado y despiadado código de leyes y disposiciones que no eran concebibles para ojos humanos. Salomón Aguirre leyó asombrado en compañía del investigador: El artículo ciento cincuenta ordenaba mantener el equilibrio entre la humanidad y “nosotros”, un enciso del mismo artículo hablaba sobre los excesos que podían perturbar la cadena alimenticia y su posterior castigo con “pena de decapitación”. Otro artículo, el mil ciento tres hablaba sobre la obligación de mantener oculta “la verdadera personalidad” el secreto de milenios guardado tan celosamente. La decrepita tapa dura del manuscrito contenía como marco una serie de jeroglíficos alusivos al hombre y la bestia interna, en el centro con letras grandes y descifrables solo por ojos estudiosos, las impactantes palabras de. “Ley Vampírica de Nuestros Días”A la segunda noche el libro desapareció antes que pueda presentarse como evidencia dejando a su paso la desaparición de Salomón Aguirre y todo el material periodístico recaudado y próximo a salir a la luz. Un hombre calvo y pálido fue visto a los alrededores por unos campesinos…

LA MISIVA INTERRUMPIDA

El príncipe oscuro llegó a su castillo, se apeo del caballo y corrió con todas sus fuerzas hasta su escritorio en la torre más alta, donde reinaban las tinieblas y no existía luz. Y recordando el reciente incidente con su dama escribió y escribió, mientras contemplaba el desolador panorama de su lóbrego y espeluznante reino:

“Aquí, sentado y embelesado por una súbita idea, ante mis ojos casi llorosos una hoja de papel una pluma vieja y una mano trepidante excitada y deseosa de emplear los objetos mencionados para transformarlos en arte, arte para sus ojos y para mis ojos, en especial para los suyos, mi tierna señorita.
Veo pues que su presencia me perturba, me inquieta pero ¿qué puedo yo hacer? me siento su esclavo y a pesar de que no llevo cadenas estas las llevo en la mente y me aprisionan a usted, y extrañamente me siento feliz de aquello porque no creo que exista un castigo de tanto privilegio como este en el universo y en el cosmos.

Siento pues que me golpea cuando no me ve, que me castiga cuando no me habla y que me hiere sangrante cuando por estos motivos me es indiferente, no me queda más que recuperarme pensando que está usted saludable, que será feliz y que seguirá siendo la tierna señorita que un día conocí y que tal imagen la llevo clavada en este corazón mío que vibra y se apasiona.

¡Déjame morir pero morir a tu lado aunque no me ames de esa forma moriría con la sonrisa en los labios!, ¡déjame morir, si, pero aunque sea dime: "te amo”, te juro que mis ojos y mi alma llegarían a su ocaso de la forma más feliz que pueda usted y yo imaginar!

creo que usted sabe quién soy, tal vez reconozca esta letra y tal vez pueda distinguir lo que contiene este papel en mi mirada, porque desde el tiempo en el que a usted conozco siento que las fuerzas para ocultar mis pensamientos me abandonan y que son mis ojos los que reflejan esa debilidad que espero sea efímera porque ya no puedo más”.

Acto seguido se levantó sonriendo malévolamente y quemó la hoja susurrando: “ni lo sueñes”